Y la Luna pasó, casi sin pensarlo, casi sin saberlo, pasó con su hermosura y su sabiduría mirándonos impasible desde su lejana morada celestial. A su paso las estrellas se ocultaban eclipsadas por su radiante belleza. Y todos nosotros pensamos en lo efímero de nuestra existencia al saber que nos contempla desde el albor de los tiempos...y a la vez nos hace sentir a todos iguales porque todos de igual manera contemplamos su belleza inmaculada.
La Luna y su influjo de amor, de odio, de locura, de esperanza, de pasión...Marcando estaciones y mareas de la misma manera que marca nuestras terrenales vidas. Lo que daríamos por abrazarla y sumirnos en su eternidad.